20111228

Perezoso tridáctilo

En la fotografía un macho adulto de perezoso bayo trepa con las últimas luces del día a las ramas más altas de un guarumo (Cecropia peltata). Éste es el más común de entre los cuatro perezosos tridáctilos (Bradypus) que habitan centro y sudamérica. Existen, además otras dos especies del género Choloepus, los llamados perezosos de dos dedos.
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Todos los perezosos tienen un metabolismo excepcionalmente lento y se alimentan de hojas. Suelen encontrarse al amanecer y al atardecer encaramados a sus especies de árboles favoritas entre las que destaca la ceiba bonga (Ceiba pentandra), uno de los arboles gigantes de los bosques tropicales. Los indígenas consumen frecuentemente la carne de este animal, que según su apreciación se parece mucho "a la carne de res".
Hace 10.000 años vivió en toda américa, desde el norte a la tierra del fuego, un pariente cercano de los perezosos actuales, el perezoso gigante o megaterio (Megatherium) que podía medir más de cinco metros en postura erguida. La reconstrucción que los paleontólogos hacen de estos animales fósiles se parece sorprendentemente a un animal mitológico de los pueblos indígenas amazónicos, el mapinguarí, también llamado curupira en la amazonía colombiana, que según las leyendas es un gigantesco ser bípedo con los pies invertidos, alto como dos hombres y cubierto de pelo, que despide un hedor insoportable.
El ornitólogo norteamericano afincado en Brasil, David Oren, asegura en sus publicaciones haber recogido alrededor de un centenar de testimonios de personas que afirman haber visto al mapinguarí, y propone, en base a sus descripciones, que podría existir y ser en realidad algún tipo de megaterio que podría haber permanecido ignoto, en bajo número, en las profundidades de la selva.
Semejantes afirmaciones, y el inevitable paralelismo que estas historias tienen con el yeti, el bigfoot, e incluso con el cíclope de Ulises, han servido para que la comunidad científica internacional se tronche de la risa mientras el señor Oren cae en el profundo pozo de la ignominia científica, del que me temo que sólo saldrá si algún día vuelve a su facultad, en Harvard, montado a lomos de un megaterio.
 
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3 comentarios:

  1. noo debe ser facil fotografiar esos animales en libertad.
    imnteresante foto y tanbien interesnate toda la historia esa del yeti tropical

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  2. Sr Ramos:
    Si ud supiera (como yo),que el dr David Oren esta en lo cierto y la comunidad cientifica equivocada,por mas increible que parezca,talvez desearia que hubiese mas cientificos como el,y que aun no tengamos evidencias contundentes,no significa que sea solo leyenda;con todo respeto,hay que informarse mas,saludos
    luisjorgesalinas.blogspot.com

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  3. El descubrimiento de nuevas especies es un hecho que sucede con cierta frecuencia y más aun en la amazonía donde se encuentra la naturaleza más exhuberante del planeta. Según un informe elaborado por el World Wildlife Found (WWF) en el periodo comprendido entre 1999 y 2009 se descubrieron en la amazonía 1.200 especies nuevas para la ciencia (aproximadamente una cada tres días), entre ellas 637 plantas, 257 peces, 216 anfibios, 55 reptiles, 16 aves y 39 mamíferos. Sin embargo el descubrimiento de un mamífero de gran tamaño en cualquier parte del mundo sería, sin duda, un hecho extraordinario.
    Por supuesto, si algún día se encontraran evidencias científicas de la existencia del mapinguarí, esta página sería una de las primeras que divulgaría la noticia. Hasta entonces esta y otras historias, a pesar de ser muy estimulantes para la imaginación, sólo pueden considerarse en el ámbito de la mitología.

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